MONASTERIO DE SAN CUGAT DEL VALLÉS
Entorno histórico
A unos diez kilómetros de Barcelona, y separada de esta por la montaña de Collserola, se ubica la población de Sant Cugat del Vallès, nacida alrededor del monasterio homónimo fundado hacia mediados del siglo IX. A partir del siglo XI, la comunidad benedictina ya aparece plenamente documentada y esta orden se mantuvo hasta la extinción y exclaustración del cenobio a mediados del siglo XIX. A partir de los siglos XI y XII, el cenobio conformó un extenso patrimonio territorial y jurídico en diversos condados catalanes. De este momento es su claustro románico con una excelente colección de capiteles esculpidos.
Tradicionalmente, se ha explicado el origen de este monasterio en función del lugar donde habría sido ejecutado el mártir barcinonense Cucufate, pero hace ya unos decenios que este supuesto es objeto de revisión y discusión, pues con los datos históricos y arqueológicos disponibles sólo puede afirmarse que en el actual monasterio de Sant Cugat del Vallès se había construido anteriormente una fortificación de época tardorromana y, muy poco tiempo después, una basílica cristiana (s. V), sin que sea posible pronunciarse de forma segura acerca de su antiguo topónimo, su primitiva advocación, su relación con el martirio de Cucufate y la correlación entre la basílica paleocristiana y el monasterio documentado a partir de la Alta Edad Media.
El monasterio se extinguió en 1835 y la iglesia cenobítica pasó a ser sede de la parroquia de Sant Pere d’Octavià, condición que se mantiene en la actualidad.
Las primeras intervenciones arqueológicas en el monasterio medieval de Sant Cugat del Vallès, las cuales permitieron el descubrimiento de un edificio cristiano tardoantiguo, se llevaron a cabo en los años treinta del siglo XX y fueron realizadas por P. Bosch Gimpera y J. de C. Serra Ràfols. La guerra civil interrumpió los trabajos de excavación y obligó a tapar los restos exhumados, exceptuando el ábside del templo paleocristiano, que se consolidó y se dejó al descubierto. De estos primeros trabajos arqueológicos se publicaron, de forma muy sucinta, los principales resultados y algunos estudios interpretativos posteriores, así como investigaciones sobre aspectos monográficos, caso de las dedicadas a los restos de canceles recuperados en aquellas primeras excavaciones. Durante 1971-73 y 1990 se realizaron de nuevo excavaciones arqueológicas dentro del espacio del monasterio de Sant Cugat, pero sus resultados científicos todavía permanecen inéditos.
No fue hasta los años 1993-94 que, con motivo de unas obras de consolidación en el monasterio, se formuló un planteamiento integral para reexcavar y estudiar en su totalidad los restos del subsuelo del monasterio y su relación con las estructuras arquitectónicas actualmente en uso. Estos trabajos han contemplado también la reinterpretación de las excavaciones antiguas y su contrastación con los datos más modernos.
Descripción
En el centro del claustro medieval se ubican los restos de una basílica cristiana de una sola nave y un ábside de planta interior de herradura y exterior pentagonal, construida a mediados del siglo V y ubicada a su vez dentro del perímetro de una pequeña fortificación bajoimperial levantada a partir del segundo cuarto del siglo IV. Junto a este templo, y fuera del perímetro de la fortificación, se construyeron unas estructuras a las que no se les puede atribuir una función segura, a pesar de que no han faltado hipótesis que situaban en el lugar un cenobio de época visigoda.
En un primer momento, el edificio cultual estaba conformado por un aula rectangular destinada a usos funerarios, con una cámara aneja, también sepulcral, ubicada en el ángulo norte de la nave principal. Dentro de esta cámara se documentan dos tumbas de obra, una de las cuales apareció completamente vacía cuando fue excavada. En un segundo momento, se añade un ábside al lado NE del aula y se compartimenta el espacio interno del edificio resultante, conformando dos ámbitos o naves laterales y un estrecho pasillo central que conduce hacia el presbiterio. No se dispone de material arqueológico para fechar esta segunda fase, con lo cual el ábside ha sido el elemento decisivo a la hora de intentar una aproximación cronológica: los paralelos tipológicos corresponden a un momento visigodo, tal y como en su momento apuntaron los primeros arqueólogos que excavaron el edificio y también los últimos arqueólogos que han revisado los datos. En un tercer momento ––correspondiente a una fase de remodelación de la que no se tiene ningún indicio cronológico absoluto–– se produce el desmantelamiento de los ámbitos laterales y del pasillo central construido durante el segundo momento, de manera que la nave pasa a ser un único espacio que se pavimenta con opus signinum; la habitación del ángulo norte del edificio continúa con su función de cámara funeraria.
Fuera de la basílica paleocristiana se ha localizado una necrópolis tardoantigua, formada por 45 tumbas, la cual no se extendía más allá del perímetro de la fortaleza bajoimperial, hecho que nos lleva a pensar que la fortaleza, al margen de su función defensiva, podía haber ejercido también de delimitadora de la necrópolis. Por lo que concierne a los momentos finales del edificio, sólo se dispone de una escueta referencia aportada por las excavaciones de los años treinta, según la cual supuestamente apareció un nivel de incendio que cubría las estructuras datadas en época visigótica.
Ya se ha mencionado la presencia, durante el Bajo Imperio, de una fortificación cuadrangular de 40 x 40 m. que se ha ido excavando a lo largo del siglo XX, y parte de cuyos restos es visitable. Esta fortificación tardorromana es coetánea a otras construcciones defensivas documentadas en la Tarraconensis, como por ejemplo: las murallas de Sant Martí d’Empúries, las de Barcelona, o las de Girona. Desde el momento mismo de su descubrimiento, esta fortificación se puso en relación con el topónimo de origen medieval Castrum Octauianum ––que tradicionalmente se ha venido considerando como una supuesta fundación augústea–– donde se localizaría el lugar físico del martirio de San Cucufate, a pesar de que ni en el Peristephanon de Prudencio de Calahorra ni en la passio del mártir Cucufate aparece referenciado ningún Castrum Octauianum. Así es cómo se estableció la errónea confluencia entre el monasterio medieval de Sant Cugat, el lugar del martirio de Cucufate y el Castrum Octauianum.
Jordina Sales-Carbonell para URBS REGIA
Otra información de interés
Horarios y condiciones de visita
Laborables y sábado, mañana y tarde (excepto lunes que permanece cerrado). Domingo sólo mañanas 6 € /8 € visitas guiadas |
Bibliografía
Artigues Conesa, P. L. et alii, 1996-97: “La fortalesa romana, la basílica i el monestir de Sant Cugat del Vallès o d’Octavià (Catalunya). Les excavacions de 1993-1995”, en Hispània i Roma. D’August a Carlemany. Congrés d’homenatge al Dr. Pere de Palol, vol. II, in: Annals de l’Institut d’Estudis Gironins, 37, 1081-1115.
-Artigues Conesa, P. L. et alii,, 1997a: “Les excavacions al monestir de Sant Cugat del Vallès (1993-1994)”, Tribuna d’Arqueologia 1995-1996, 99-119.
-Artigues Conesa, P. L. et alii, 1997b: “Les excavacions arqueològiques al monestir de Sant Cugat del Vallès o d’Octavià (1993-1994). La fortalesa romana, la basílica i la implantació del monestir”, Gausac, 10, 15-76.
-Miquel Serra, D., 2004: “Els orígens del monestir de Sant Cugat d’Octavià o del Vallès. Repensant teories, sintetitzant coneixements”, Gausac, 24, 11-52.
-Sales Carbonell, J., 2012: “Sant Cugat del Vallès (¿Castrum Octauianum?)”, Las Construcciones cristianas de la Tarraconensis durante la Antigüedad Tardía: Topografía, arqueología e historia, Edicions de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 208-213.
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