El Arte Prerrománico Asturiano y el Arte Ramirense
¿Hay dos artes prerrománicos asturianos? ¿o un arte prerrománico asturiano y un arte remirense?
Los descubrimientos sobre la arquitectura visigoda en los últimos años, por ejemplo en Los Hitos o en Idanha-a-Velha, parecen demostrar la influencia del arte visigodo sobre el Arte Prerrománico Asturiano ¿O quizá sobre el Arte Ramirense?
Siempre me ha sorprendido la falta permanente de interés por parte de “quien corresponda” en destacar y estudiar en profundidad las evidentes diferencias entre el Arte Prerrománico Asturiano que se extiende de manera uniforme, homogénea y normalizada a lo largo de unos 150 años, y la obra totalmente diferente, durante sólo ocho años dentro de ese periodo, del arquitecto de Ramiro I.
En efecto en el apartado anterior exponemos un resumen, escrito hace muchos años y creo que aún válido, de los periodos del Arte Prerrománico Asturiano. Pienso que todo en él, excepto esos ocho años, es perfectamente uniforme, está basado en la arquitectura romana y que, de acuerdo con las teorías de Carlos Sánchez Montaña, todas sus iglesias, que tienen tres naves separadas por arquerías de medio punto sobre pilares, tres ábsides, testero plano y cobertura plana excepto Valdediós, corresponden a un mismo modelo originado en tiempos de Alfonso II -¿y su arquitecto Tioda?- a partir del templo toscano de Vitrubio.
Pienso que sus características más destacadas son un diseño exterior muy cuidado, la vuelta al arco de medio punto ignorando la herradura visigoda, la escasa decoración esculpida, limitada a algunos capiteles en el ábside, generalmente romanos reutilizados o imitaciones, y la decoración pictórica imitando la romana. Todo esto tiene muy poco que ver con el arte visigodo ni con sus nuevos descubrimientos; todo lo contrario, fue un rompimiento claro para volver al arte romano, del que se conservan importantes restos en Asturias y, supongo, que entonces habría muchos más y en mejor estado. A su vez, desapareció el eclecticismo del arte visigodo bajo una normalización estricta de sus iglesias
Sin embargo, el Arte Ramirense es un rompimiento total con el resto del Prerrománico Asturiano. En sólo ocho años del reinado de Ramiro I se construyeron la pequeña iglesia de Santa Cristina de Lena y los dos edificios del monte Naranco, cerca de Oviedo, que pueden ser considerados como el grupo de monumentos más interesante de todo el arte altomedieval europeo, tanto por su valor intrínseco como por ser un compendio de las mejores técnicas constructivas que provienen de los periodos anteriores y, sobre todo, por los caminos que abría hacia todo el arte posterior.
Pero el Arte Ramirense es un rompimiento total con el resto del Prerrománico Asturiano, tanto en la estructura de sus edificios, como en su exuberante decoración esculpida sin ninguna relación en calidad, cantidad y contenido con el resto, como en la técnica de construcción, sus sistemas de cobertura, siempre abovedadas, o la sustitución de pilares por columnas con basas y capiteles, con la particularidad de que todo esto no se continuó en las construcciones de Alfonso III, que volvieron a las características definidas en tiempos de Alfonso II, excepto Valdediós que también se abovedó.
En cambio, en este periodo cada edificio corresponde a un programa integral, muy completo, para el que además se diseña y desarrolla toda la decoración escultórica que se inserta en su estructura. Son edificios construidos a base de sillares pequeños muy bien escuadrados y están totalmente abovedados. Las bóvedas se soportan sobre arcos fajones que están estribados en el exterior por contrafuertes y en el interior sobre columnas adosadas al muro como luego veremos reproducido en la arquitectura románica.
Los tres poseen una riquísima decoración esculpida en columnas, capiteles, basas, hiladas de piedra, discos y pilastras, en la que vuelve a aparecer la figura humana, que no se había utilizado desde la última época visigoda, así como temas geométricos, vegetales y animales en los que se ha querido descubrir influencias visigodas, orientales e incluso vikingas.
Dada la integración de todos los elementos de cada edificio, en los que sólo se utilizan materiales preparados expresamente para cada uno de ellos, parece indudable que fueron construidos no sólo por un mismo arquitecto, sino también por el mismo equipo de no pocos canteros, constructores y escultores con una gran formación y experiencia conjunta previa.
El arquitecto del Naranco: un genio desconocido
Así pues, nos encontramos ante la obra de un arquitecto sobre el que no existe ninguna referencia escrita y que, recuperando la libertad creativa perdida desde el arte visigodo, fue capaz de construir unas obras tan diferentes entre sí, a todo lo existente en Asturias en esa época y de tal nivel de calidad, tanto técnica como artística, que significaban un avance sin precedentes, pero que no pudieron crear escuela ya que sus continuadores inmediatos fueron incapaces de seguir su estela.
Se ha estudiado muy poco la procedencia de este artista genial, evidentemente tan lejos del resto del prerrománico asturiano, y no tengo noticia de que se haya llegado a alguna conclusión, pero creo importante considerar que el arquitecto de Ramiro I habría podido conocer más monumentos visigodos de los que han llegado hasta nosotros y en mucho mejor estado, lo que explicaría el abovedamiento de sus edificios, desconocido en el Arte Asturiano hasta entonces, las semejanzas entre lo descubierto en Los Hitos y Santa María del Naranco, la del sistema cobertura de las naves laterales de Lillo y la de la nave de crucero de Santa Lucía del Trampal, las arquerías laterales de San Miguel de Lillo, sobre columnas con basas y capiteles…
Otro punto muy importante a considerar es de dónde salió el equipo de trabajo que pudo construir y crear toda la decoración escultórica de esos tres edificios en sólo ocho años. Creo que no habrá que insistir en que parece imposible que los artífices que trabajaron para Alfonso II se pudieran convertir en los que decoraron estos edificios en piedra -y supongo que con pinturas-. ¿De dónde salieron y dónde se habían formado?
A la hora de intentar analizar el origen de este grupo podemos considerar algunas características que nos parecen significativas:
- Se trataba de un grupo totalmente ajeno a los constructores que existían hasta entonces en Asturias.
- El arquitecto era, además de un artista genial, un gran experto en técnicas no conocidas entonces en Asturias y que siguieron sin ser dominadas en las construcciones posteriores, excepto el caso aislado de la bóveda de Valdediós.
- Disponía de un gran equipo, en número, calidad y experiencia, que pudo trabajar con toda garantía desde su primera construcción, pensamos que Santa Cristina de Lena, y hacer una obra impresionante en sólo ocho años.
- La única obra no militar de importancia en esos momentos en la península en la que hubiera podido trabajar un equipo de esas características era la ampliación de la Mezquita de Córdoba de Abderramán II (833-848).
A todo lo anterior hay que añadir que los últimos descubrimientos en San Miguel de Lillo, que demuestran que la tribuna no estaba prevista inicialmente y fue añadida durante el propio proceso de construcción reutilizando piezas decoradas preparadas para el proyecto original y añadiendo nuevo material de características diferentes, posiblemente todo ello bajo una nueva dirección de obra, parecen demostrar que el ciclo de nuestro arquitecto genial finalizó durante la edificación esta iglesia.
En principio se pueden considerar tres posibilidades sobre su origen:
- La llegada a Oviedo de un equipo de constructores externos con una gran experiencia previa que, como sucedió posteriormente en las épocas románica y gótica, edificaran por encargo. Esta sería la solución más razonable, sobre todo porque es la mejor forma de explicar la existencia de todo un grupo de trabajo tan homogéneo y con el nivel de formación que demuestran, pero el hecho de que no haya quedado ninguna constancia documental y, sobre todo, que no haya ni en España ni en el resto de Europa construcciones que se pudieran atribuir al mismo equipo, hacen muy improbable esta posibilidad.
- Que un arquitecto asturiano pudiera haber visitado otros y aprendido en ellos nuevas técnicas y estilos para, a su vuelta, formar su propio taller ¿? y aplicarlas posteriormente en estas obras. Es también una opción poco probable porque, aunque se reconozcan algunas semejanzas parciales con monumentos de esos países, no se encuentran modelos reales de referencia para el estilo ramirense.
- La tercera sería que un arquitecto excepcional, tanto desde el punto de vista técnico como del artístico, y con una enorme capacidad para asimilar e integrar diferentes influencias y para formar y dirigir un equipo, utilizando lo que había podido aprender del entorno y de los muchos edificios visigodos que se conservarían aún que le pudieron inspirar, fuera capaz de diseñar y dirigir en unos pocos años estas tres obras. Pero en ese caso ¿De dónde salió su equipo?
Releyendo unos artículos sobre la Mezquita de Córdoba que nos envió hace años Mª Dolores Gómez-Zafra he recordado algunos detalles que podrían apuntar a una nueva posibilidad:
- La ampliación de la Mezquita de Córdoba de Abderramán II se hizo entre el año 833 y el 848. Los edificios ramirenses entre 840 y 848.
- En ella la mayor parte del material fue romano y visigodo, pero se hicieron nuevos once capiteles tallados a trépano, como toda la decoración en el Arte Ramirense.
- En unos momentos en que aún no se había desarrollado el arte andalusí es muy probable que gran parte de sus constructores fueran mozárabes.
- Por todo el material reutilizado en las dos primeras fases de la mezquita, sabemos que en Córdoba aún existían en esos momentos muchas iglesias visigodas.
- Algunos expertos han sugerido semejanzas de la decoración esculpida ramirense con el arte mozárabe, por ejemplo en Lillo, que es sin duda anterior al siglo X. ¿Podría ser un reflejo de lo que los mozárabes estaban construyendo en Córdoba en el IX?
Lo que nos hace pensar en una nueva opción según la que un equipo de constructores mozárabes dirigidos por un arquitecto genial, que habrían participado en obras árabes significativas, como la propia Mezquita de Córdoba y/o en el palacio de Abderramán II, se trasladaran a Asturias, contratados por Ramiro I y fueran los creadores del Arte Ramirense.
Analizando esta última opción encontramos también que una posible respuesta a la incógnita de cómo, tanto el arquitecto como su equipo, pudieron llegar con el dominio necesario para construir unos edificios tan complejos y de tan perfecta ejecución como Santa Cristina de Lena, que pensamos que fue la primera, la más “visigoda” y en la que se definió y depuró el nuevo estilo, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
Es sólo una posible opción, esperamos que nuevas investigaciones nos ayuden a conocer mejor la historia del Arte Ramirense y de su genial creador.
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2 thoughts on “El Arte Prerrománico Asturiano y el Arte Ramirense”
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GENIALES COMO SIEMPRE
Gracias, espero que alguna vez se estudie a fondo el Arte Ramirense