Descripción general

 


    1. INTRODUCCIÓN
    2. De una manera genérica, estudiamos en la fase del arte visigodo todas las manifestaciones artísticas desarrolladas en la península ibérica desde la creación del reino visigodo en España, en el año 456 cuando el rey Teodorico desbarata a los suevos en Astorga y la mayor parte de la Hispania romana queda bajo la dominación visigoda, hasta que en el 711 y después de la batalla del río Guadalete prácticamente toda la península pasó a estar dominada por los musulmanes. Incluso, dado su interés para nuestro estudio, tenemos en cuenta en esta fase los monumentos más importantes del arte paleocristiano a partir de la mitad del siglo IV, incluidos los existentes en las Islas Baleares, que nunca fueron ocupadas por los visigodos.

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    3. CARACTERÍSTICAS GENERALES

    1. Antes de pasar a efectuar en las páginas siguientes un estudio monográfico de los monumentos más importantes de esa época que aún se conservan, que suelen encontrarse en zonas rurales aisladas, pues las situadas en núcleos importantes han desaparecido casi totalmente en la época de la dominación árabe o, posteriormente, para ser sustituidos por otras construcciones románicas o góticas en los lugares donde los estamentos religiosos tenían los suficientes Restos de cancel de la basílica de Elcherecursos económicos para poder “ponerse a la moda”, vamos a hacer un breve repaso por épocas y estilos de las distintas etapas que se fueron sucediendo en el arte visigodo basándonos principalmente en su arquitectura.

    Durante todo el siglo V, en el que se produjeron las
    invasiones, parece muy poco probable que ni en los asentamientos de los bárbaros
    ni en los núcleos hispano-romanos florecieran nuevos estilos artísticos. Los
    visigodos eran hasta entonces un pueblo nómada sin ninguna tradición
    arquitectónica y estaban dedicados a asegurar sus conquistas. En cuanto a los
    hispano-romanos, asentados principalmente en el este y el sur de la península,
    no parece que sufrieran demasiado al pasar del dominio romano al visigodo,
    manteniendo las mismas estructuras administrativas, religiosas y sociales y, de
    la misma forma, en el área de la creación artística también mantienen el estilo
    paleocristiano, heredero directo del romano, que existía desde el siglo III y
    del que pueden ser muestras significativas en España un conjunto de basílicas de
    tipo clásico, construidas entonces en esa zona y en las Islas Baleares, de las
    que nos quedan sólo los restos de sus plantas en excavaciones, y los mausoleos
    de Centcelles, de gran interés porque es el único edificio de ese periodo que se
    conserva en pie, y de
    La
    Alberca
    que es la construcción de doble bóveda más antigua
    que se conoce en España, a la que seguirán en siglos posteriores otros
    monumentos con esta misma característica como Santa Eulalia de Bóveda en
    Lugo, la Cripta de San
    Antolín
    en la Catedral de Palencia o la Cámara Santa de la
    catedral y Santa María del
    Naranco
    en Oviedo. De todas formas, del arte paleocristiano quedan
    muy pocos restos en nuestra península y su importancia es mayor por la
    influencia que se refleja en monumentos posteriores que por los vestigios que
    han llegado hasta nuestros días.

    El siglo VI y la primera parte del VII están marcados por
    la aparición de dos estilos de construcción importados que tendrían una gran
    influencia en el desarrollo posterior del prerrománico español: el bizantino y
    el de las iglesias norteafricanas.

    Son aún del siglo VI y de parte del VII algunas iglesias,
    situadas en la franja central de la península, en las que se observa un intento
    de modificación de las plantas basilicales, fundamentalmente en las cabeceras, a
    las que se añade una especie de
    seudocrucero y cuya estructura indica la búsqueda de un
    espacio interior para el culto muy diferente al que existía en las basílicas
    clásicas y que acabaría llevando a las iglesias cruciformes. Dentro de este
    grupo son del siglo VI, es decir correspondientes al rito arriano las de Cabeza de Griego y la de Recópolis y ya del siglo
    VII, por lo tanto de clara adscripción cristiana, San Juan de Baños, de tipo
    basilical con tres naves y tres ábsides situados de una forma muy original y Santa Lucía del Trampal en
    Cáceres, muy semejante a la anterior en cuanto a su cabecera. Desgraciadamente
    la construcción en el siglo VI fue muy pobre, a base de mampostería y ladrillo y
    quizá por eso de estas iglesias sólo nos ha quedado las trazas de las plantas,
    pero sin ninguna construcción completa para poder estudiar el tipo de estructura
    que tenían. Por los restos encontrados se puede ver que la decoración, a base de
    capiteles imitando el estilo corintio y canceles y placas decoradas, generalmente con dibujos
    geométricos tallados siempre a dos planos, era rica pero de una técnica muy
    sencilla. Sin embargo algunas del siglo VII, como veremos, de una técnica tanto
    de construcción como de decoración muy superior, nos han llegado en mucho mejor
    estado.San Pedro de la Nave. Magnífico ejemplo de la arquitectura visigoda del S. VII

    Es a mediados del siglo VII cuando el arte visigodo alcanzó su mayor
    esplendor, truncado por la invasión árabe. Sólo gracias a que se han encontrado
    algunas iglesias de esta época, situadas en zonas alejadas de los grandes
    núcleos de población, podemos hacernos una idea del esplendor a que debió llegar
    la arquitectura en las ciudades importantes, en las que sólo quedan algunas
    muestras de decoración encontradas en excavaciones o aprovechadas en
    construcciones posteriores como sucede en Toledo, Mérida y Córdoba, tres de las
    ciudades más significativas de la España visigoda.

    En esta época fructifican todos los intentos
    anteriores para encontrar un estilo definido, totalmente diferente a los ya
    descritos en cuanto al tipo de iglesia, estilo que posteriormente sería
    desarrollado a partir del siglo XI en la arquitectura románica.

    • En la técnica de construcción se observa un gran
      avance respecto a los dos siglos anteriores, sustituyendo generalmente la
      mampostería por el uso de sillares pequeños, muy bien labrados, colocados en
      hiladas horizontales, evitando las juntas seguidas verticalmente y, como se ha
      podido comprobar en el traslado de San
      Pedro de la Nave
      , utilizando a veces grapas de madera entre los
      sillares para conseguir una mayor firmeza del conjunto. Generalmente las
      ventanas suelen ser estrechas y con gran derrame.

    • Mención aparte merece la que podemos considerar
      como característica más importante del arte visigodo del siglo VII: la
      utilización del arco de
      herradura
      . Es necesario destacar que este tipo de arco no parece ser
      consecuencia de ninguna influencia exterior, sino una aportación totalmente
      autóctona, pues ya en la época romana aparece como decoración en estelas como la
      de Flavo, que se encuentra en el Museo Arqueológico de León; incluso la puerta
      de Santa Eulalia de
      Bóveda
      , unos dos siglos anterior a las iglesias cruciformes, tiene
      un arco de herradura de perfectas proporciones, lo que hace desechar la
      posibilidad de una importación posterior a ella.

      Existen grandes diferencias entre estos arcos y
      los que se observan en los edificios árabes posteriores, entre las que podríamos
      destacar como más importantes el hecho de que el intradós esté
      prolongado aproximadamente en un cuarto de radio mientras que el trasdós
      cae verticalmente a partir del centro, lo que indica que la prolongación
      en herradura existe únicamente por motivos puramente decorativos porque todo el
      esfuerzo es soportado por el trasdós, que las dovelas convergen
      siempre hacia el centro y que no sea general la existencia de clave central del
      arco. Otra característica interesante es que las impostas
      estaban empotradas en el muro con el extremo soportado por una o dos
      columnas adosadas a éste, pero nunca entregas.

      Son dignos de mención por sus perfectas
      proporciones los arcos de

      San Juan
      de Baños
      , tanto los de separación de las tres naves como el del
      ábside central y el del pórtico. También lo son las magníficas bóvedas de cañón
      en forma de herradura de San Pedro de
      la Nave
      que terminan en los cuatro arcos torales que soportan el cimborrio
      pero el más interesante de este tipo es el magnífico arco triunfal de la
      ermita de Santa María de Quintanilla
      de las Viñas
      , soportado sobre doble imposta sin capiteles y con
      una extraordinaria decoración.

      El empleo del arco de herradura no estaba
      limitado a los edificios religiosos, ya que también aparece en algunas
      construcciones civiles de la época que se han conservado, como la Puerta de
      Sevilla en Córdoba o el Puente de Pinos en la provincia de Granada.

      1. En cuanto a la forma de la planta de las iglesias de este periodo, se pueden distinguir dos grupos muy diferenciados:

      • Iglesias de transición. En este grupo
        incluimos las edificaciones ya referenciadas del siglo VII que, conservando
        todas las características constructivas y decorativas de la época, se pueden
        encuadrar entre las que pertenecen a una etapa de búsqueda de nuevos tipos de
        cabecera para las plantas basilicales como las ya referenciadas de San Juan de Baños y Santa Lucía del Trampal.

      • Iglesias cruciformes. La
        primera edificación de este tipo que conocemos es el
        Mausoleo de San Fructuoso de
        Montelios
        en Braga (Portugal), construido por el propio Fructuoso,
        que debió tener noticias muy exactas del Mausoleo de Gala Placidia y la iglesia
        de San Vital en Rávena y repitió en su propio mausoleo la misma estructura de
        cruz griega de la primera, pero con un espacio interior inspirado en San Vital.
        Se puede considerar que en este diseño de planta los arquitectos visigodos
        encontraron la solución a todos sus intentos de transformar la forma de sus
        iglesias, al menos de las situadas fuera de las ciudades principales,
        sustituyendo la planta basilical a la que habían intentado añadir diversas
        formas de cabecera, por la planta en forma de cruz, que posteriormente se
        extendió por toda Europa con el arte románico.

        Las plantas son generalmente en forma de cruz
        latina, con la nave de crucero de la misma altura que la principal y torre de
        crucero sobre la intersección de ambos. Las cubiertas son ya normalmente a base
        de bóvedas de cañón sobre arcos de herradura y parece bastante común la
        existencia de un ábside exterior en el testero, siempre orientado al este, y un
        pórtico en el costado oeste protegiendo la puerta principal.

        Dentro del grupo de iglesias cruciformes se
        podrían distinguir dos épocas: en la primera, formada por Santa Comba de Bande, San Pedro de la Mata y en el
        que también incluimos Santa María
        de Melque
        , que aunque ha sido considerada durante mucho tiempo como
        mozárabe, actualmente existen pocas dudas respecto a su origen visigodo dada su
        gran similitud con las otras dos. En ellas la planta es una cruz con una sola
        nave y tiene adosados a los costados de la misma pequeños compartimentos,
        posiblemente posteriores porque, aunque todas ellas tuvieron inicialmente un
        origen funerario, después se utilizaron como iglesias monacales, mientras las de
        construcción posterior se construyeron directamente para este fin. En esta
        segunda fase se incluyen San Pedro de
        la Nave
        , Santa María de
        Quintanilla de las Viñas
        y San Giao de Nazaré que,
        conservando la estructura básica en forma de cruz, son ya originalmente de tres
        naves, estando las laterales distribuidas en pequeños compartimentos
        independientes, posiblemente utilizados unos para funciones específicas del
        culto y otros como celdas de monjes inclusos.

      1. Evidentemente, de esta última época del arte visigodo nos han llegado, además de iglesias de estos dos tipos, otras con características menos definidas, lo que hace difícil encuadrarlas en uno de ellos, como la Cripta de San Antolín en la Catedral de Palencia ó San Pedro de Balsemao. Además tenemos noticia histórica de muchas otras construcciones en las grandes ciudades de las que sólo quedan restos de decoración reutilizados en otros edificios posteriores, pero de las que debemos suponer que tendrían un objetivo distinto, serían de un tamaño muy superior y, por lo tanto, de una estructura muy diferente al de las iglesias rurales que han llegado hasta nosotros. Basta observar que la basílica de Cabeza de Griego, con una planta de 48m de longitud y 26 de anchura, es con gran diferencia la mayor que conocemos de esa época y coincide con que es la única que estaba situada en una sede episcopal, aunque no de gran importancia.

      1. PERIODOS Y ESTILOS

      1. Es evidente que nos encontramos en un periodo muy difícil de analizar, debido a múltiples causas entre las que debemos destacar las siguientes:
      • La falta de referencias históricas de casi todos
        los monumentos estudiados y la desaparición de casi todos los edificios de esa
        época de los que nos ha llegado alguna noticia.

      • La imposibilidad de definir algún conjunto
        concreto de características, quizá excepto la casi común utilización del arco de
        herradura, que puedan asimilarse a todo el periodo o a alguno de los posibles
        estilos en él existentes. Tanto la forma de las plantas, como la técnica Pilastra visigoda reutilizada en la alcazaba de Méridade construcción, las formas de
        abovedamiento o los tipos de decoración, van variando y entrecruzándose de una
        forma no homogénea ni ordenada, lo que ha impedido, al menos hasta ahora definir
        arquetipos fiables que ayuden a catalogar los monumentos. Este problema es tan
        complejo que incluso existen dudas sobre si determinados edificios son visigodos
        del siglo VII o mozárabes del IX ó el X, ya que en ambas fases los constructores
        actuaban sin ningún tipo de norma previa, utilizando los elementos técnicos y
        artísticos conocidos en su momento sin necesidad de atenerse a modelos
        concretos.

      • La desaparición de lo que suponemos serían los
        edificios más importantes de la arquitectura visigoda que podrían habernos
        ayudado a entender el conjunto disforme de restos que nos ha llegado: los
        situados en las grandes ciudades, de los que sólo nos han llegado noticias y
        alguno restos de decoración. Un caso muy significativo es la existencia de gran
        cantidad de pilastras con una magnífica decoración vegetal y
        geométrica considerada del siglo VII, pero no nos ha llegado ningún edificio
        visigodo con pilastras y sólo un caso de pilastra con decoración de figuras
        humanas y se encuentran prácticamente destruidas.

      1. No obstante es evidente la necesidad de agrupar, por periodos, por estilos o por ambos, al menos los monumentos más significativos que han llegado hasta nosotros, aunque sea sin una total garantía de acierto. Debido a ello adjuntamos en este estudio una posible agrupación de los mismos, basada en las principales características de cada una de las tendencias o estilos descritos en el apartado anterior, contrastándola y completándola con la datación de los pocos en que es conocida y con los parámetros históricos y geográficos más significativos:


      • ANTERIORES AL SIGLO VII

      • Como hemos indicado, tanto en cuanto a su
        estructura como a los conocimientos geográficos e históricos – pulsar mapa
        adjunto para ampliarlo – generalmente aceptados, se pueden distinguir los
        siguientes estilos:

        • Paleocristiano. Dentro de este grupo se
          consideran los dos mausoleos de Centcelles y de La Alberca y un conjunto de
          basílicas de tipo clásico, todas ellas de una o tres naves y con uno o tres
          ábsides, situadas en el levante y el sur de la península: Baleares, Cataluña,
          Levante y Extremadura. Es interesante destacar que todas ellas están situadas en
          la zona de España más romanizada, donde se mantuvo casi sin variaciones la
          estructura administrativa, religiosa y social existente antes de la caída del
          imperio. Mención aparte merece el interesante edificio de Santa Eulalia de Bóveda, de
          este periodo pero no asimilable a ningún grupo.

        • Bizantino. Aunque existen dudas sobre su
          origen, en principio podemos encuadrar en este grupo, tanto por sus restos de
          decoración como por su situación en la zona de dominación bizantina en la época
          de su supuesta construcción, varias basílicas de planta clásica como las de
          Elche, Játiva y quizá la de Aljezares y, sobre todo el Baptisterio de Gabia Grande. En
          este caso su estructura también nos anima a considerarla bizantina.

        • Norteafricano. Si se acepta la existencia
          de dos ábsides contrapuestos como elemento diferenciador de las iglesias
          construidas por los cristianos que llegaron desde el norte de África, parece
          seguro que se establecieron en Extremadura y el sudoeste de Andalucía, donde se
          ha encontrado un conjunto importante de restos de este tipo. Otra característica
          muy habitual en estas iglesias es la existencia de un baptisterio exterior.

        • Iglesias de transición. Mientras todos los
          grupos anteriores corresponden a construcciones, de las que no tenemos ninguna
          información histórica pero que sabemos que estaban situadas en la zona
          hispano-romana y, por lo tanto, eran de adscripción cristiana, de las dos de
          este grupo, las de Cabeza de
          Griego
          y Recópolis, situadas en la
          franja central de la península, sí tenemos suficiente información para datarlas
          y saber que fueron construidas por los visigodos y que pertenecieron al rito
          arriano. En ambos casos se modifica la basílica clásica añadiendo una especie de
          seudocrucero, quizá debido a características especiales de este rito.


      • CONSTRUCCIONES DEL SIGLO VII

      • Situadas en la franja central de la
        península, es decir, en la de mayor influencia de la administración visigoda,
        forman el conjunto más conflictivo, ya que por su tipo de construcción, de mucho
        mayor calidad que las anteriores, y porque algunas de ellas han llegado hasta
        nosotros en buen estado, fueron consideradas durante mucho tiempo por los
        estudiosos europeos como posteriores al siglo IX. Fue Gómez Moreno, el primer
        gran especialista español en arte altomedieval, quien en la primera mitad del
        siglo XX las clasificó como visigodas del siglo VII. Aunque sigue estando en
        cuestión la datación de algunas, o incluso de todo el grupo, nosotros aceptamos
        su adscripción al arte visigodo del VII, ya que de tres de ellas tenemos una
        datación bastante segura y, según ya hemos explicado, existen muchas
        coincidencias entre ellas, como el tipo de construcción, la utilización del arco
        de herradura o el tipo de decoración. Además nos parece imposible que las cuatro
        situadas en territorio que fue árabe hasta el último tercio del siglo XI –
        pulsar mapa adjunto para ampliarlo – fueran construidas o reconstruidas en la
        época mozárabe. Por la forma de su planta distinguimos en este grupo dos tipos
        de iglesias, todas ellas posteriores a la conversión de Recaredo y, por lo
        tanto, pertenecientes al rito cristiano.

        • Iglesias de transición. En ella incluimos
          cuatro edificios. dos de difícil clasificación y las dos iglesias del siglo VII
          cuya planta, de forma basilical con cabecera de tres ábsides separados y
          seudocrucero, parece continuar la búsqueda de espacios de culto muy diferentes a
          los generados en las basílicas clásicas. En relación con este tema, creemos que
          un estudio en profundidad de las diferencias entre el culto en la época
          paleocristiana, el de las comunidades monacales norteafricanas, el arriano y el
          visigodo cristiano sería fundamental para poder interpretar la arquitectura de
          esta fase.

        • Iglesias cruciformes. Conjunto de
          iglesias, todas ellas situadas en entornos rurales, que nos presentan la
          evolución desde la planta cruciforme pura de un monumento funerario como San Fructuoso de Montelios
          hasta las plantas más complejas alrededor de una estructura cruciformes
          utilizadas en las últimas iglesias monacales. Sobre este grupo es interesante
          destacar la gran importancia que tuvo la vida monacal en los últimos años de la
          monarquía visigoda de la que nos han llegado noticias de muchos santos ermitaños
          que se retiraron desde una situación de cierta importancia en la sociedad
          visigoda para crear comunidades monacales de las que quedan interesantes
          construcciones altomedievales y tradiciones de culto muy significativas, como
          San Frutos (Duratón, Cueva de Siete Altares), San Millán (San Millán de Suso) o
          San Fructuoso (San Pedro de Montes, Valle del Silencio).

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