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SAN MARTÍN OBISPO

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Descripción

La iglesia de San Martín Obispo se sitúa en la localidad de Salcedillo, muy cerca de los límites con Cantabria, en el centro del poblado y junto al pequeño puente sobre el río Camesa. Posee un origen románico, siglo XII, ya que fue consagrado el 11 de febrero de 1118, siendo posesión del monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo.


Hoy en día forma parte del conjunto denominado Románico Norte y sigue cumpliendo las funciones de templo parroquial.


Su actual disposición en planta es el resultado de múltiples y profundas transformaciones, tal y como ocurre con otras iglesias de la zona del valle de Santullán. Los distintos percances y reformas sufridas por el templo -como la de 1931- han supuesto Detalle de la portadaprofundas alteraciones de su fábrica primitiva. El hecho más importante, sin lugar a dudas, fue su voladura con dinamita en 1934, que supuso la práctica destrucción del edificio. Pocos años después, en la década de los 40, distintas obras de reconstrucción con los fragmentos recuperados intentarían devolverle ?con mayor o menor acierto- su aspecto original.


Exceptuando otros materiales localizados en lugares muy concretos (ladrillo, hormigón, mampostería y sillarejo), en la construcción de época medieval predomina la sillería arenisca de un grano muy fino.


Constaría en origen de una sola nave rematada en ábside semicircular precedido por un tramo presbiteral cubierto por una bóveda de cañón y espadaña adosada a los pies (del siglo XVII-XVIII). En la parte exterior del ábside, la única decoración que encontramos son los canecillos que hay bajo el tejado. El resto de canecillos del templo se realizaron durante la restauración de los años 40.


Por encima del tambor absidal, en el ángulo nordeste, podemos ver el relieve de un cuadrúpedo, probablemente reutilizado. La nave se comunica con la cabecera mediante un arco de medio punto de triple arquivolta, que todavía conserva restos de policromía.


Posterior al siglo XII se añadieron dos naves laterales más. Una al norte, que no se ha conservado, de la que tan sólo quedan algunos restos y un gran arco apuntado. La del sur sí que se conserva y se comunica con la nave central por medio de dos arcos apuntados, espacio ocupado antiguamente por el pórtico que protegía la puerta de acceso.


Al construir esta nave, fue necesario remontar la portada. Dicha portada es, sin duda, el elemento más interesante. Abierta en un antecuerpo saliente del muro meridional, es el vestigio más íntegro del edificio medieval y condensa la práctica totalidad de la ornamentación escultórica.


Está formada por arco de medio punto y tres arquivoltas protegidas por guardapolvo decorado con doble banda de semibezantes separados por una línea. Las arquivoltas reciben decoración de bocel abilletado la externa, bocel sogueado entre medias cañas con bolas la media y banda de flores heptapétalas inscritas en roleos la interna. Descansan sobre jambas y una pareja de columnas acodilladas cuyos capiteles, muy erosionados. Las basas descansan sobre altos plintos. El cimacio se desarrolla como imposta por las jambas y se decora con un friso de flores cuatripétalas.


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