SAN JUAN DE MATAMORISCA
Descripción
La iglesia de San Juan Bautista, situada en la localidad de Matamorisca, que debe su nombre posiblemente a la abundancia de naturaleza abandonada por la zona. La primera mención que se hace de la misma está datada en el año 1042, cuando se realizó una donación al monasterio de Santa María la Real.
El templo fue construido posiblemente en dos fases consecutivas en el siglo XII y el XIII, si bien varias reformas en el XVI y XVII modificaron enormemente su aspecto original, lo que dificulta enormemente su datación exacta. A pesar de ello, los materiales y por ende la apariencia es uniforme en todo el conjunto.
Posee una estructura rectangular formada por dos naves separadas por pilastras, columnas y columnillas, y terminadas con testero plano. Los muros se apoyan en varios contrafuertes en el exterior que se han datado en diversas épocas. La nave norte podría haber sido la primera en realizarse, a la que años después se añadió la sur. Un argumento que apoya esta hipótesis, es la existencia de muros adosados y engatillados en ambas construcciones, con una diferencia cronológica mínima, quedando el primer momento constructivo (muro septentrional) encuadrado en los años centrales del siglo XII. El muro sur y la espadaña serían realizados pocos años después. Y ya los muros del este y oeste así como la zona del ábside de la epístola corresponderían a una etapa tardogótica.
Ya en el siglo XVI se realizaron importantes cambios que reestructuraron las dos naves, tales como: adición de la portada principal, reparación de los paramentos, inclusión de gran parte de los abovedamientos y soportes, reformas de los aleros y apertura de una ventana en el muro meridional. Ya en el XVII se acomete la creación de la sacristía, relacionada con otras que se construyen en la comarca por esa época.
La torre que podemos admirar a los pies de la nave se trata de una antigua espadaña románica transformada en época barroca debido, tal vez, a un derrumbe. Posee planta rectangular y dos cuerpos separados por una imposta de nacela con bolas que no es sino una prolongación de la nave septentrional. En el lado occidental del cuerpo inferior se halla una puerta que posibilita el ascenso por una escalera de caracol hasta el remate de la torre. El cuerpo superior posee cuatro troneras con arcos de medio punto, siendo las dos situadas al este posiblemente las que posean una datación románica pertenecientes a la primitiva espadaña. Las del lado oeste son las realizadas en época barroca cuando se creó la torre y en cuyas claves hay representados relieves con las llaves de San Pedro. El conjunto queda cubierto por una bóveda de cañón apuntado y con vertiente exterior a dos aguas.
En cuanto a la estructura interior del templo, la nave de la epístola es una de las partes más antiguas de la iglesia y posee un ábside cuadrado con saetera cegada, que se comunica con el resto de la nave mediante un arco apuntado de tradición románica. La otra nave es la del evangelio, la cual posee un ábside ligeramente rectangular que se comunica a través de un arco de medio punto postmedieval con los otros dos tramos de la nave. Respecto a la capilla absidal del evangelio, se une a la cabecera de la epístola mediante un gran arco apuntado de trazado gótico. La sacristía se une con el ábside del evangelio gracias a una puerta adintelada. Por último, en el hastial de la epístola se encuentra el recinto del antiguo baptisterio y a los pies de la nave del evangelio se halla el típico coro alto de madera.
En cuanto a la portada principal que da acceso al templo, aparece delimitada por dos contrafuertes prismáticos situados en el muro sur, cubierta por un tejaroz con alero de bolas. Está compuesta por un arco apuntado, de traza tardogótica de fines del siglo XV, con chambrana lisa y cuatro arquivoltas de sencillas molduras donde alternan boceles y cañas, descansando sobre jambillas con banco o podium.
En el muro occidental y el septentrional, aún hoy en día se pueden apreciar restos de las antiguas puertas, ahora cegadas, que mantienen aún algunas dovelas y dos impostas, con decoración de taqueado. A los pies del templo, en el hastial del evangelio, se puede apreciar también un gran arco apuntado cegado, que bien pudo ser en época medieval un acceso al recinto o incluso un arco de descarga.
Respecto a la decoración escultórica, refleja claramente las diversas campañas tardorrománicas y góticas a lo largo de las cuales se construyó el edificio. A la primera etapa constructiva (la de mediados del siglo XII), pertenece la mencionada portada cegada del muro norte así como los canecillos figurados situados en el mismo muro, algunos de ellos decorados con representaciones husiformes de marcada reminiscencia fálica, muy parecidos a los que podemos encontrar en Matalbaniega.
De la segunda etapa, correspondiente a unos años posteriores, es la espadaña con sus canecillos avolutados y la cornisa romboidal. A la época gótica pertenecen los capiteles de la portada principal, simples frisos que a veces adoptan forma cilíndrica, así como el interior y el exterior del ventanal gótico situado en el muro meridional, decorado con pilastrillas cilíndricas y capiteles de cinta con motivos vegetales. Ya en el interior del templo, la decoración gótica se corresponde con los capiteles de friso góticos que soportan las bóvedas que poseen una temática tanto vegetal como, en ocasiones, humana.
Tras la eliminación del enlucido hace unos años, se descubrió que gran parte de los muros estaban decorados con magníficas pinturas murales de época tardogótica. Entre los paneles que se pudieron salvar destaca, en el muro norte de la nave del evangelio, una figura femenina, seguramente una santa que, tal vez, pertenecía a una escena más amplia. En el frente occidental del pilar central, se halla una escena de la Crucifixión, San Juan y la Virgen. En el ábside de la epístola, aún sin determinar, se encuentra una gran escena en la parte superior del muro sur. Estas pinturas se han relacionado con el Maestro de San Felices, cuya labor fue llevada a cabo precisamente durante el último cuarto del siglo XV en varios templos del norte de Palencia y sur de Cantabria.
Por último, en cuanto a la imaginería, la iglesia posee dos retablos, uno ubicado en el ábside de la epístola y el otro, en el ábside del evangelio en el cual, se representa una imagen policromada masculina de madera policromada, hierática, con barba, túnica de pliegues rectos desde los hombros hasta los pies y llevando un plato en la mano, que aún no se ha podido identificar. Navarro la identifica con una representación de San Juan pero no está confirmado.
El templo fue construido posiblemente en dos fases consecutivas en el siglo XII y el XIII, si bien varias reformas en el XVI y XVII modificaron enormemente su aspecto original, lo que dificulta enormemente su datación exacta. A pesar de ello, los materiales y por ende la apariencia es uniforme en todo el conjunto.
Posee una estructura rectangular formada por dos naves separadas por pilastras, columnas y columnillas, y terminadas con testero plano. Los muros se apoyan en varios contrafuertes en el exterior que se han datado en diversas épocas. La nave norte podría haber sido la primera en realizarse, a la que años después se añadió la sur. Un argumento que apoya esta hipótesis, es la existencia de muros adosados y engatillados en ambas construcciones, con una diferencia cronológica mínima, quedando el primer momento constructivo (muro septentrional) encuadrado en los años centrales del siglo XII. El muro sur y la espadaña serían realizados pocos años después. Y ya los muros del este y oeste así como la zona del ábside de la epístola corresponderían a una etapa tardogótica.
Ya en el siglo XVI se realizaron importantes cambios que reestructuraron las dos naves, tales como: adición de la portada principal, reparación de los paramentos, inclusión de gran parte de los abovedamientos y soportes, reformas de los aleros y apertura de una ventana en el muro meridional. Ya en el XVII se acomete la creación de la sacristía, relacionada con otras que se construyen en la comarca por esa época.
La torre que podemos admirar a los pies de la nave se trata de una antigua espadaña románica transformada en época barroca debido, tal vez, a un derrumbe. Posee planta rectangular y dos cuerpos separados por una imposta de nacela con bolas que no es sino una prolongación de la nave septentrional. En el lado occidental del cuerpo inferior se halla una puerta que posibilita el ascenso por una escalera de caracol hasta el remate de la torre. El cuerpo superior posee cuatro troneras con arcos de medio punto, siendo las dos situadas al este posiblemente las que posean una datación románica pertenecientes a la primitiva espadaña. Las del lado oeste son las realizadas en época barroca cuando se creó la torre y en cuyas claves hay representados relieves con las llaves de San Pedro. El conjunto queda cubierto por una bóveda de cañón apuntado y con vertiente exterior a dos aguas.
En cuanto a la estructura interior del templo, la nave de la epístola es una de las partes más antiguas de la iglesia y posee un ábside cuadrado con saetera cegada, que se comunica con el resto de la nave mediante un arco apuntado de tradición románica. La otra nave es la del evangelio, la cual posee un ábside ligeramente rectangular que se comunica a través de un arco de medio punto postmedieval con los otros dos tramos de la nave. Respecto a la capilla absidal del evangelio, se une a la cabecera de la epístola mediante un gran arco apuntado de trazado gótico. La sacristía se une con el ábside del evangelio gracias a una puerta adintelada. Por último, en el hastial de la epístola se encuentra el recinto del antiguo baptisterio y a los pies de la nave del evangelio se halla el típico coro alto de madera.
En cuanto a la portada principal que da acceso al templo, aparece delimitada por dos contrafuertes prismáticos situados en el muro sur, cubierta por un tejaroz con alero de bolas. Está compuesta por un arco apuntado, de traza tardogótica de fines del siglo XV, con chambrana lisa y cuatro arquivoltas de sencillas molduras donde alternan boceles y cañas, descansando sobre jambillas con banco o podium.
En el muro occidental y el septentrional, aún hoy en día se pueden apreciar restos de las antiguas puertas, ahora cegadas, que mantienen aún algunas dovelas y dos impostas, con decoración de taqueado. A los pies del templo, en el hastial del evangelio, se puede apreciar también un gran arco apuntado cegado, que bien pudo ser en época medieval un acceso al recinto o incluso un arco de descarga.
Respecto a la decoración escultórica, refleja claramente las diversas campañas tardorrománicas y góticas a lo largo de las cuales se construyó el edificio. A la primera etapa constructiva (la de mediados del siglo XII), pertenece la mencionada portada cegada del muro norte así como los canecillos figurados situados en el mismo muro, algunos de ellos decorados con representaciones husiformes de marcada reminiscencia fálica, muy parecidos a los que podemos encontrar en Matalbaniega.
De la segunda etapa, correspondiente a unos años posteriores, es la espadaña con sus canecillos avolutados y la cornisa romboidal. A la época gótica pertenecen los capiteles de la portada principal, simples frisos que a veces adoptan forma cilíndrica, así como el interior y el exterior del ventanal gótico situado en el muro meridional, decorado con pilastrillas cilíndricas y capiteles de cinta con motivos vegetales. Ya en el interior del templo, la decoración gótica se corresponde con los capiteles de friso góticos que soportan las bóvedas que poseen una temática tanto vegetal como, en ocasiones, humana.
Tras la eliminación del enlucido hace unos años, se descubrió que gran parte de los muros estaban decorados con magníficas pinturas murales de época tardogótica. Entre los paneles que se pudieron salvar destaca, en el muro norte de la nave del evangelio, una figura femenina, seguramente una santa que, tal vez, pertenecía a una escena más amplia. En el frente occidental del pilar central, se halla una escena de la Crucifixión, San Juan y la Virgen. En el ábside de la epístola, aún sin determinar, se encuentra una gran escena en la parte superior del muro sur. Estas pinturas se han relacionado con el Maestro de San Felices, cuya labor fue llevada a cabo precisamente durante el último cuarto del siglo XV en varios templos del norte de Palencia y sur de Cantabria.
Por último, en cuanto a la imaginería, la iglesia posee dos retablos, uno ubicado en el ábside de la epístola y el otro, en el ábside del evangelio en el cual, se representa una imagen policromada masculina de madera policromada, hierática, con barba, túnica de pliegues rectos desde los hombros hasta los pies y llevando un plato en la mano, que aún no se ha podido identificar. Navarro la identifica con una representación de San Juan pero no está confirmado.
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