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ALCAZABA DE BADAJOZ

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Entorno histórico

Badajoz es capital de la provincia homónima, siendo la ciudad más poblada de Extremadura. Nace sobre un promontorio de roca caliza denominado Cerro de la Muela o del Montuorio, que se alza sobre la vega del Guadiana unos 60 metros (209 metros de altura sobre el nivel del mar). La elevación, aunque modesta, unida a la defensa natural que el río y el arroyo Rivillas ofrecen, concede al asentamiento un alto valor estratégico, como bien prueba el interés mostrado desde tiempos remotos por las sucesivas culturas establecidas en el territorio.

El origen de Badajoz es discutido, estableciéndose tres hipótesis básicas: la existencia de una urbe romana previa; la ocupación en época visigoda con una aldea; y una fundación islámica completamente ex novo. Puede afirmarse que la actual Badajoz es heredera de la fundación musulmana y no de los asentamientos previos, probablemente abandonados tiempo atrás, como así parecen confirmar las fuentes escritas, cuya realidad estructural y entidad distarían mucho de ser urbanas, al menos en cuanto al concepto formal.

La fundación de Badajoz se inscribe en el complejo panorama socio-político del siglo IX hispano, momento en el que el emirato cordobés estaba siendo cuestionado por diversos poderes locales. Mérida era un foco de rebeldía que se alzaba reiteradamente contra el poder central. Uno de los principales líderes era Ibn Marwan al-Yilliqi, descendiente de una de las principales familias hispanovisigodas que, a la postre, sería el fundador de Badajoz, donde se asentaría con todos sus partidarios.

En poco más de un siglo, Badajoz (Batalyaws) se convirtió en una de las principales urbes peninsulares, hecho que conllevaría la decadencia de Mérida. La supremacía en el territorio llegó a tal punto que durante las Primeras Taifas Badajoz fue capital del reino Aftasí.

Tras la conquista cristiana, la ciudad se mantuvo como uno de los principales enclaves urbanos del oeste peninsular, posición que se cimentó, entre otros factores, en la ubicación fronteriza, generadora de constantes intercambios, y en el extensísimo y rico alfoz con el que fue dotada. Sin embargo, tras un primer momento de pujanza, es documentado un notable retroceso demográfico y económico condicionado por las guerras con Portugal y la crisis general del siglo XIV.

Descripción

La alcazaba de Badajoz es una de las más importantes muestras conservadas de arquitectura militar hispano-musulmana. Su construcción fue iniciada el año 875, cuando el emir autoriza a Abd-al-Rahman Ibn Marwán al Yilliqi a asentarse en el lugar. Inicialmente las dimensiones del emplazamiento eran menores que las de la alcazaba actual, todo el poblado estaría en ese espacio, protegido por un recinto amurallado del que muy poco se ha conservado, debido a las destrucciones sufridas y a las muchas remodelaciones a las que fue sometido entre los siglos IX y XIII, reformas islámicas desde el siglo XI hasta el XII, y cristianas a partir de entonces, durante toda la Baja Edad Media (Siglos XIV y XV) y durante la Edad Moderna (Siglos XVI al XIX). No sería hasta época almohade cuando la alcazaba de Badajoz alcanzó su imagen “definitiva”, la que ha llegado en buena medida, aunque con algunas modificaciones, hasta la actualidad. Los almohades la dotaron de los elementos castrenses más avanzados de su tiempo hasta conformar una fortaleza imponente: la muralla, realizada con tapia hormigonada sobre zócalo de mampostería, estuvo jalonada por numerosas torres, unas adosadas y otras albarranas, como la soberbia de Espantaperros, corachas que desde la alcazaba bajaban al Guadiana para defender el aprovisionamiento de agua, y un potente antemural. Interesantes resultan las tres puertas conservadas, llamadas “postigo de la Coracha”, “del Alpéndiz”, “del Capitel”, las dos últimas magníficos ejemplos de accesos en recodo defendidos por torres.


Los recintos militares de tiempos islámicos defendieron la ciudad cristiana a lo largo de la Baja Edad Media, e incluso más allá en el tiempo. A lo largo de toda la Baja Edad Media, la alcazaba se convirtió en el núcleo habitado fundamental, el antiguo recinto militar islámico en toda su extensión fue espacio de asentamiento de los moradores de la villa. Prácticamente la totalidad de la arquitectura y urbanismos medievales desaparecieron por obra de los desastres acaecidos durante Guerra de la Independencia.


El período de estabilidad y de eliminación de la frontera hispano-lusa en el siglo XVI supuso la no atención de las defensas, dado que ya no había una marca que proteger, y ello, con el correr del tiempo, llevaría aparejadas grandes desgracias para la villa, pues la disolución del reino nuevamente en dos estados generaría un conflicto ante el cual Badajoz se ofrecía literalmente indefensa; este hecho conllevó que Badajoz fuera dañada hasta extremos difícilmente imaginables, hasta llegar a alcanzar casi su total destrucción.


El conflicto con Portugal puso de manifiesto la necesidad imperiosa de un nuevo sistema defensivo acorde con los nuevos tiempos. Una vez terminada la Guerra de Restauración, el estado dispuso de medios para erigirlo, estando ya totalmente construido a fines del siglo XVII: una nueva muralla y baluartes se alzarían ahora en defensa de la población y del reino.


Victor Gibello para URBS REGIA


Otra información de interés

Visitas de público en general.

Horario: espacio público, abierto a la visita sin restricciones.

 

Bibliografía

– GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Historia de Badajoz, Badajoz, 1999.
– CRUZ VILLALÓN, Mª.: Badajoz, ciudad amurallada, Badajoz, 1999.
ID.: “Badajoz visigodo, Badajoz mozárabe”, Anas, 7-8 (1994-1995), 327-342.
ID.: “Los antecedentes visigodos de la alcazaba de Badajoz”, Norba, 2 (1981).
TERRÓN ALBARRÁN, M.: El solar de los Aftásidas. Aportación temática al estudio del reino moro de Badajoz, siglo XI, Badajoz, 1971.
ID.: Extremadura musulmana. Badajoz 713-1248, Badajoz, 1991

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