LIBRO DE LOS TESTAMENTOS
Agradecimientos:
A D. Agustín Hevia, Archivero de la Catedral de Oviedo por su atencién durante una visita a la Cámara Santa y por proporcionarnos las imágenes del Libro de los Tesramentos que incluimos en esta página.
Notas Previas
- Referencia: Archivo de la Catedral Metropolitana de Oviedo.
- Otros nombres: Liber Testamentorum.
- Dimensiones: 364 X 240mm.
- 113 folios de pergamino en letra visigótica, escrito a dos columnas por página.
- 17 miniaturas, decoraciones marginales e iniciales iluminadas.
Entorno histórico
Desde el reinado de Alfonso II el Casto, Oviedo se convirtió no sólo en la capital del nuevo reino asturiano, sino también en el centro religioso más importante de la España cristiana. En su Catedral se fueron acumulando los tesoros más significativos de la monarquía y la iglesia, como las cruces de Los Ángeles y de la Victoria, la Caja de las Ágatas, las reliquias de la Cámara Santa y los documentos más importantes generados en la corte, como el Testamento de Alfonso II entre otros muchos.
Al trasladarse la corte a León en el año 910, Oviedo perdió una gran parte de su importancia política, pero mantuvo su relevancia como centro espiritual de la nueva monarquía leonesa, conservando tanto los tesoros y las reliquias como los documentos que lo garantizaban.
Sin embargo a finales del siglo XI su independencia estaba en peligro dada la creciente importancia de León como capital del reino, de Santiago de Compostela como centro espiritual de la cristiandad, y la que estaba adquiriendo la recién reconquistada Toledo, que seguía siendo la sede primada de la iglesia española, y en la que su nuevo arzobispo, Bernardo de Cluny, el mayor representante de la corriente gregoriana y cluniacense que estaba arrasando con las estructuras tradicionales de la iglesia española, intentaba que la sede Oviedo pasara a ser sufragánea de la de Toledo.
En esa época la sede asturiana estaba dirigida por el obispo Pelayo (1098-1130), personaje de gran trascendencia que, además de dirigir la confección de su Corpus Pelagianus, en el que reunió todas las crónicas anteriores, completándolas hasta su época con su propia crónica, ante el riesgo de que representaba Bernardo de Cluny y para garantizar legalmente las propiedades de la iglesia asturiana, decidió copiar todos los documentos que justificaban las grandes propiedades de su sede, básicamente donaciones, exenciones, privilegios y otros documentos legales, agrupándolos en un único cartulario que demostraría su antigüedad e importancia.
Este cartulario fue creado en el scriptorium de la Catedral de Oviedo entre 1109 y 1112, al comienzo del reinado de doña Urraca (1109-1126), aunque parece ser que las imágenes son algo posteriores. Contempla todas las donaciones a la catedral de Oviedo desde su construcción en tiempos de Alfonso II el Casto. hasta las de dicha reina, que fueron añadidas posteriormente. Parece ser que fue copiado por el propio obispo Pelayo y su subdiácono Pelagius, que además sería el autor de las miniaturas.
El manuscrito se ha mantenido desde entonces en el Archivo de la Catedral de Oviedo, donde se conserva en la actualidad.
Descripción
El Libro de los Testamentos es el códice diplomático más antiguo de Occidente y está considerado como el manuscrito español más interesante del siglo XII que se conserva. Está formado por documentos datados entre los años 812 y 1118 y estructurado cronológicamente por monarcas, incluyendo una imagen a página completa de cada rey, aunque se han perdido las de Fernando I y Alfonso VI. A continuación de cada efigie se añade la copia de todos los documentos oficiales de ese reinado que implican donaciones o privilegios de cualquier tipo a la Catedral de San Salvador de Oviedo a lo largo del reinado, incluyendo también las imágenes, aunque de menor tamaño, de otros personajes importantes de ese periodo. El hecho de que por primera vez en España aparezcan imágenes en un cartulario de este tipo, y la calidad de las mismas, evidencian la importancia política que dio el obispo Pelayo al manuscrito, destinado a asegurar los privilegios de su sede, a la vez que marca la pauta de otros cartularios creados por motivos semejantes, como el Tumbo A de Santiago de Compostela y el Libro de las Estampas de León.
En relación con el contenido de sus textos, aunque se han detectado interpolaciones e informaciones erróneas que han llevado a muchos autores a sugerir que su fiabilidad era muy baja porque parecían indicar que con los cambios en este manuscrito sólo se pretendía demostrar la importancia de la sede ovetense, las últimas investigaciones, comprobando los textos con otros documentos de la época que también se conservan en el Archivo de la Catedral de Oviedo, parecen indicar que, aunque haya algún error en la transcripción, no hubo intención de tergiversar los contenidos y que la mayoría de las interpolaciones ya existían en los documentos originales y se copiaban con el resto de su contenido para producir una copia exacta del mismo, como era habitual en aquella época.
Pero son sus imágenes las que dan una especial transcendencia al Libro de los Testamentos. En ellas se integran las mejores tradiciones de la miniatura mozárabe que se reflejaban en el Beato de Fernando I y Sancha, con el sentido monumental de la pintura románica, creando figuras estilizadas de solemne grandeza, de tonos mucho más suaves de lo habitual en la miniatura mozárabe anterior, aunque con profusión de dorados, y dibujos a base de limpios trazos verticales, presentando una gran minuciosidad en la representación de las vestimentas, en las que se ofrece una interesante variedad de prendas habituales en España cristiana de esa época, sin influencias del mundo oriental. También los rostros expresan una gran concentración, totalmente integrados en un entorno formal de solemnidad románica, con los personajes rodeados por arquitecturas complejas cuyo ejemplo más significativo es el retrato de Alfonso II el Casto, que se representa en la parte inferior de la página adorando a un Cristo Pantocrátor, rodeado por los evangelistas y por otros personajes que aparecen dentro de una imponente arquería en la parte superior.
Es interesante destacar que en este códice, siguiendo el ejemplo del Libro de Horas de Fernando I, en el que por primera vez encontramos el retrato de la reina, doña Sancha, acompañando al del rey, también aparecen los retratos de las distintas reinas, asociados al del monarca correspondiente, evidentemente excepto en el caso del Rey Casto, por motivos obvios. Además, se las representa en una situación al menos tan relevante como la del monarca, acompañándolo en el momento de la entrega del testamento al obispo y rodeadas en algunos casos por personajes a su servicio.
El hecho de que este cartulario no se continuara a partir del momento en que doña Urraca garantizó los privilegios de la sede de Oviedo evidencia el objetivo eminentemente político que motivó su confección.
Bibliografía
Historia de España de Menéndez Pidal: Tomos VI y VII*
SUMMA ARTIS: Tomos VIII y XXII
L’Art Préroman Hispanique: ZODIAQUE
Arte y Arquitectura española 500/1250: Joaquín Yarza
Portales
Arte y Monumentos de Oviedo
Un códice para la Reina: El Libro de los Testamentos
Libro de los Testamentos