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CARTULARIOS DE VALPUESTA

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Notas Previas

  • Referencia: Archivio Histórico Nacional, Madrid
  • Dimensiones: 260 x 190 mm.
  • 117 folios de pergamino de gran calidad en letra visigótica y carolina / 65 folios en letra protogótica.
  • No está iluminado.
  • Facsímiles disponibles: Conjunto de los dos becerrosó: Siloé.

 

Entorno histórico

En el año 804, al inicio de la reconquista, el obispo Juan llega al valle de Valdegovía y encuentra en Valpuesta una pequeña iglesia abandonada, dedicada a la Virgen. La reconstruye y establece allí una comunidad de monjes inspirada en la regla de San Fructuoso y su sede episcopal, la segunda del reino de Asturias después de la de Oviedo, creado por el rey Alfonso II. Este monasterio fue durante 300 años un centro fundamental en el proceso de repoblación del norte de Burgos, del que dependieron otros muchos monasterios. Después de pertenecer alternativamente a Castilla y al Reino de Navarra, finalmente Alfonso VI lo incorpora al obispado de Oca-Burgos y a principios del siglo XIII, cuando la frontera con los árabes estaba ya al sur del Tajo, se había reducido mucho su importancia.

Después de ser ocupado por el ejército francés durante la Guerra de la Independencia, que utilizó los volúmenes de su biblioteca para calentarse, y de las desamortizaciones del siglo XIX, en la actualidad no queda nada del monasterio y sólo se han podido salvar los dos becerros que denominamos “Cartularios de Valpuesta” y unos 30 manuscritos recuperados por el Obispado de Burgos, ya en el siglo XX.

Los Cartularios de Valpuesta son dos recopilaciones de copias de documentos del monasterio, entre los años 804 y 1190. La primera, el “Becerro Gótico” está escrita por muchas manos e incluye originales de algunos documentos y copias de otros, mientras la segunda, el “Becerro Nuevo o Galicano”, que también incluye algunos documentos originales, la transcribió un canónigo de Valpuesta. Pero no se trata de una copia completa, ni siquiera es una copia directa, ya que mientras en la primera los documentos no siguen ningún tipo de orden, en la segunda se selecciona sólo una parte de los monumentos modificando su posición respecto al original, parece ser que ahora con un cierto orden geográfico.

Su contenido es muy variado, aunque destaca el escaso número de documentos reales y la ausencia de documentos fundacionales, privilegios o de primeras donaciones. En bastantes casos se copian solo partes relevantes del documento original, lo que lleva a pensar que el objeto del primer códice sería agrupar documentos de muchos dispersos por la biblioteca mientras el segundo sería para obtener una segunda copia de los más importantes.

Un hecho a destacar es que en el Becerro gótico se encuentran las primeras palabras en romance incluidas en un manuscrito aunque dentro de una gramática latina, a diferencia de las Glosas Emilianenses que, aunque posteriores, incluyen frases completas en castellano.

Descripción

En los primeros tiempos de la reconquista, tanto monasterios como obispados y otros organismos conservaban todos los documentos de donaciones reales o de terceros, cartas, nombramientos, concesiones o de cualquier otro tipo y en muchos casos, para mayor seguridad y por la necesidad de conservar un reflejo de su historia y de sus propiedades, esos documentos se copiaban en códices que se llamaron tumbos, becerros o cartularios.

Llamamos “Cartularios de Valpuesta” al conjunto de dos de estos códices que incluyen copias de documentos de este monasterio, de los que el segundo es una copia parcial y reordenada de parte del primero.

El primer libro, llamado Becerro Gótico porque en gran parte está escrito en letra gótica, está formado por documentos escritos por 34 autores distintos, tres de ellos originales y el resto copias de distintas épocas entre los años 804 y 1190, que en siglo XII se unieron sin ningún orden aparente formando un único códice.

Escrito parte en letra gótica y parte en carolina, en latín con algunas palabras intercaladas en romance, consta de 117 folios de pergamino de 260 X 190 mm, algunos en mal estado de conservación, en los que se copian 187 documentos a los que se añaden los tres originales. Incluye 8 documentos del siglo IX, 39 del X, 49 del XI, 90 del XII y 1 del XIII, algunos falsos y otros copiados varias veces, como el documento fundacional, aunque dos de sus copias son incompletas. En general sorprendo la escasa presencia de documentos reales, de donaciones iniciales y de privilegios. En realidad no se trata de un becerro, ya que éstos solían ser códices que incluían copias de los documentos de un organismo en un periodo, copiados en poco tiempo por no más de tres calígrafos; más bien parece un conjunto de documentos guardados en la biblioteca del monasterio, que en algún momento del siglo XII se decidió agrupar en una única recopilación para facilitar su uso, pero sin ningún tipo de ordenación.

Sin embargo, al Becerro Nuevo o Galicano sí se puede considerar como un becerro convencional en el que en el año 1236 y en un breve espacio de tiempo, fue escrito por Rodrigo Pérez de Valdivielso, canónigo de Valpuesta. Consta de 65 folios de pergamino de 260 X 190 mm como el anterior, escritos a 24 líneas por página en latín en letra protogótica. Incluye 141 documentos, gran parte de ellos copias de documentos del Becerro Gótico y algunos originales. El copista respeta los textos originales excepto en algunas correcciones gramaticales, como era habitual en los copistas de esa época, sustituyendo además las palabras en romance del original por latinas.

No se conoce el motivo por el que se seleccionaron esos monumentos, aunque es evidente que no se incluyen los relacionados con el monasterio de San Pedro y San Pablo de Buezo que había en el becerro anterior. Parece probable que por precaución ante el deterioro del Gótico y ante la dificultad de comprensión de la antigua letra gótica, se hiciera esta nueva copia de los documentos de más interés un siglo después, pero en este segundo libro se modifica el orden de los documentos, parece ser relacionado con algún tipo de situación geográfica, según la importancia de lugar al que se refieran.

Los cartularios de Valpuesta, que según la RAE “incluyen términos que son los primeros vestigios del castellano y los más antiguos encontrados hasta ahora”, que aparecen en diversos documentos de los siglos IX a XII, nos muestran la transformación del latín vulgar al romance en las tierras de Castilla y su estudio es fundamental para conocer el desarrollo del castellano,

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