Beato de Liébana
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Uno de los personajes más importantes durante la monarquía asturiana, y sin duda el de mayor transcendencia desde los puntos de vista religioso y cultural, fue este monje del Monasterio de Santo Toribio de Liébana -entonces San Martín de Turieno-, que además de escribir una extensa obra literaria, participó, junto con Eterio, obispo de Osma y discípulo suyo, en una importante controversia teológica con Elipando, obispo metropolitano y primado de Toledo, en la que tuvieron que intervenir el Papa Adriano I e incluso Carlomagno. También participó activamente en política como consejero del rey Silo, además de ser maestro de la reina Adosinda, y fue el creador de la leyenda de Santiago Apóstol como patrón de España, sólo algunos años antes del oportuno “descubrimiento” de su tumba en Iria Flavia.
Nacido antes del año 750, nada se sabe de los orígenes de Beato, aunque por su nivel de conocimientos y por la bibliografía que manejó, que no parece probable existiera previamente en un lugar tan apartado de los Picos de Europa, se ha dado en suponer que pudo emigrar hacia Asturias en tiempos de Alfonso I, quizá como parte de una comunidad monástica de origen visigodo que habría sobrevivido hasta entonces en la meseta castellana, que también habría transportado su biblioteca, fundando el monasterio que hoy llamamos Santo Toribio de Liébana.
Lo que sí sabemos de este personaje, que en algunas ocasiones aparece como presbítero y en otras como abad, es que a partir de entonces y hasta aproximadamente el año 790, desplegó una gran actividad en tres áreas complementarias pero perfectamente diferenciadas, que llegaron a tener una gran trascendencia y que lo convierten en uno de los personajes más significativos de la España cristiana del siglo VIII.
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Desde el punto de vista de la literatura religiosa, escribió los doce libros de sus “Comentarios al Apocalipsis de San Juan”, muy avanzado en el año 776 aunque no lo daría por terminado hasta el 786 como consta en la dedicatoria a su discípulo Eterio. Esta gran obra pasó a ser en los siglos siguientes el origen de un amplio conjunto de magníficos manuscritos miniados “los Beatos” que lo han convertido en libro más conocido del medievo europeo, aunque su original no ha llegado hasta nosotros.
Otra obra que resultó de gran transcendencia para la historia de España y para la Iglesia Católica, fue el “O Dei verbum”, escrito en 785, en el que incluye un himno en honor del apóstol Santiago, donde por primera vez se menciona al apóstol como “Cabeza refulgente y dorada de España” lo que será el origen de la leyenda del viaje de Santiago el Mayor a España que acabaría convirtiéndole en nuestro patrón.
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También adquirió gran renombre por sus escritos “De Adoptione Christi Filii Dei” y “Apologético”, en su intervención en 784 y 785 a favor de las tesis de Alcuino de York contra la teoría adopcionista que defendían los obispos Elipando de Toledo y Félix de Urgel, que ponían en duda la naturaleza divina de Jesús, aproximando sospechosamente la doctrina trinitaria cristiana a la unitaria islámica desde un obispado situado en pleno territorio árabe. Esta controversia, que obligó a Carlomagno a convocar un concilio en Ratisbona en el año 792 y en el que triunfaron las tesis de Beato, que a pesar de no asistir al concilio fue uno de los grandes protagonistas del debate, lo que permitió que llegara a ser conocido en toda Europa.
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Su tercera actividad, también importante aunque menos conocida, fue la política, ya que además de su colaboración con el Rey Silo y su esposa Adosinda, debió tener también buenas relaciones con Mauregato, al que dedicó los acrósticos del “O Dei verbum”. Pero mucho más significativas para el reino asturiano fueron las consecuencias de su disputa con Elipando, que dieron a conocer el Reino de Asturias en la Europa de Carlomagno y permitieron trasladar el centro espiritual del catolicismo en España desde Toledo, que continuaba siendo la sede primada a pesar de estar situada en territorio musulmán, hacia el nuevo reino cristiano del norte y que se fijaría poco tiempo después en Santiago de Compostela. Otra de su acciones fundamentales, tanto desde el punto de vista político como del cultural y el religioso fue su aportación al mito de Santiago como patrón de España, que promovió el desarrollo del Camino de Santiago con todo lo que significó esta vía de comunicación en los siglos siguientes para la relación y el intercambio cultural entre España y el resto de Europa.
No conocemos la fecha de su muerte, que debió ocurrir en los primeros años del siglo XI, antes del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. Parece que después de la vuelta de Alfonso II al trono en el año 791 se redujo considerablemente su influencia en la corte asturiana, ya que, aunque se sabe que en el año 799 recibió una carta de Alcuino de York, no se tienen otras noticias de sus últimos años.