Desarrollo de las iglesias visigodas
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El visigodo, hasta su establecimiento en el sur de Francia, era un pueblo nómada que había recorrido media Europa durante los últimos 300 años y, por lo tanto, sin ninguna experiencia constructiva. Pero en su relación con el Imperio Romano había demostrado una gran capacidad para aprender no solo de sus técnica militares, con lo que consiguieron victorias tan decisivas como la de Adrianópolis, en la que llegaron a reunir unos 150.000 guerreros y 15.000 jinetes y vencieron al emperador Valente que murió en la batalla, lo que les hizo ser conscientes de su capacidad, sino también de la cultura, religión y derecho romanos: de su estancia en el sur de Francia quedaron el Código de Eurico, aplicable a los godos, y el Breviario de Alarico para los romanos, basados ambos en el derecho romano.
Quedan muy pocos restos de edificios construidos durante su estancia en Tolosa; en Francia demostraron siempre muy poco interés no solo en conservar, sino en no destruir de forma consciente, las construcciones de esa época, aunque parece que en los últimos años están intentando recuperar los restos de algunos edificios de interés que se van descubriendo, lo que indica que desde el siglo V existió alguna arquitectura visigoda.
Ya en la Península Ibérica y centrándonos en sus construcciones religiosas, hay que destacar que los visigodos, de confesión arriana, respetaron la religión y los templos cristianos, a que permitieron seguir construyendo mientras ellos edificaban sus propias iglesias, por lo que de las edificadas a lo largo del siglo VI es difícil saber en bastantes casos para qué confesión se construyeron, tema que no ha sido analizado lo suficiente, y en el que existe la complicación añadida de que a partir de la conversión de Recaredo muchas iglesias arrianas se reutilizaron como cristianas, como la de Recópolis y como creemos que pasó con la basílica de Eio.
Otro tema a destacar es que en ese periodo se construyen en el sur y sudoeste de la península varias basílicas de estilo norteafricano: a causa de la persecución de los cristianos por los vándalos en el norte de África se produjo una corriente migratoria de comunidades cristianas completas, incluyendo en algunos casos hasta sus bibliotecas, hacia el reino visigodo que, aunque arriano, permitía la existencia de comunidades cristianas en su territorio. La aparición en España de estos nuevos grupos de cristianos, en una época en que el estilo arquitectónico visigodo estaba aún sin definir debatiéndose entre las influencias heredadas del paleocristiano, las que estaban recibiendo de Bizancio desde la zona ocupada por los bizantinos en el sureste de la península desde el año 552 y las características propias de este pueblo germánico, se reflejó inmediatamente en parte de las iglesias que se construyeron en el siglo VI.
La característica principal de estas iglesias, que eran generalmente de planta basilical, es la existencia de dos ábsides contrapuestos con el baptisterio en un compartimento exterior a la basílica y las puertas de entrada situadas en los costados, en los que habitualmente había pórticos adosados que a veces se utilizaban para enterramientos. Esta estructura se puede observar en muchas de las plantas que se han excavado en todo el sur y el oeste de la península, entre las que podíamos destacar las de La Cocosa y Casa Herrera en Badajoz, San Pedro de Alcántara en Málaga, El Germo en Córdoba y Torre de Palma en Portugal, pero desapareció en las construcciones visigodas del siglo VII, para volver a utilizarse en algunas iglesias mozárabes de tanto interés como Santiago de Peñalba o San Cebrián de Mazote.
Fue a partir de todas estas construcciones que el estilo visigodo empezó a evolucionar buscando una concepción de los volúmenes totalmente diferente a la existente hasta entonces, basada en el tipo basilical romano, y que acabaría en las magníficas iglesias cruciformes de la última mitad del siglo VII.
Es evidente que la estructura de la mayoría de los templos paleocristianos que los visigodos encontraron tanto en Francia como en España provenía de la basílica romana de tres o cinco naves de techumbre plana con un ábside, y en ese diseño se basaron para construir sus primeros templos. Podemos verlo en iglesias del siglo VI como Bolavar en Lérida, Eio en Albacete o Santa María de los Arcos en La Rioja entre otras, pero también en ese siglo empiezan a modificar el diseño inicial de las basílicas con cambios en las cabeceras, en las que, de diferentes maneras, se añaden nuevos compartimentos como en Cabeza de Griego, basílica de tres naves, cuya cabecera se construye sobre un mausoleo del siglo V, en la que se añade un seudo crucero con varios espacios que proporciona una forma de “tau” a la iglesia, o en Recópolis, basílica con un crucero que sobresale de las naves laterales, separadas de la central por muros, y no perpendiculares a la cabecera.
El objetivo de estos cambios nos parece claro: compartimentar el espacio de culto que en la basílica romana era totalmente abierto. Los visigodos habían sido convertidos al rito arriano a mediados del siglo IV por Ulfilas, un sacerdote visigodo que se convirtió al arrianismo y tradujo la Biblia al lenguaje gótico creando un alfabeto en el que se utilizaban caracteres rúnicos, griegos y latinos. Su liturgia provenía de la cristiana de Oriente; de una liturgia basada en el misterio, con clara separación física entre oficiantes, clero y fieles, lo que propiciaba unas iglesias muy compartimentadas y basadas en su mayor parte en una planta en forma de cruz griega, generalmente con algunos compartimentos añadidos, y con cimborrio sobre el cruce de las naves.
Parece que Cabeza de Griego, construida en la primera mitad del siglo VI da comienzo a una fase de transición en el desarrollo de las plantas de las la iglesias visigodas que continuaría en Recópolis, ciudad creada por Leovigildo hacia el 580, y seguiría en el siglo VII con diseños tan sorprendentes como los de ábsides triples exentos de San Juan de Baños y Santa Lucía del Trampal o los de las distintas plantas estudiadas en los restos de otras iglesias de ese periodo como Valdecebadar o Las Tapias. Un siglo construyendo iglesias muy diferentes sin llegar a definir una estructura uniforme, con la particularidad común de que el espacio está más compartimentado que en el templo paleocristiano.
También es interesante destacar que en ese periodo, dentro de ese interés en compartimentar el espacio de culto, encontramos elementos añadidos para remarcar la separación de espacios, unos fijos, como canceles de piedra decorados, y otros móviles, como los cortinajes que impiden la visión del ábside de los que se han encontrado los soportes en algunas iglesias.
De pronto San Fructuoso, obispo de Braga desde el 656 hasta su muerte en 665, rompe todos los esquemas de las plantas que existían hasta entonces y se construye una iglesia-mauso-leo completamente abovedada, cuya estructura exterior es casi idéntica al mausoleo de Gala Placidia en Rávena mientras interiormente imita muchos detalles de San Vital, también en Rávena y muy próxima a aquella. Adosado en la actualidad a una iglesia franciscana, fue redescubierto en 1897 y restaurado en 1931, trabajo que ha sido objeto de grandes controversias.
San Fructuoso era un noble godo que conocemos bien gracias a la biografía que escribió su discípulo Valerio del Bierzo. Nacido hacia el año 600, dedicó toda su vida a la religión, ya que después de su formación junto a Conancio, obispo de Palencia, cedió sus bienes a los pobres y se consagró a la vida cenobítica en El Bierzo, donde su fama atrajo a muchos cenobitas y penitentes que le llevaron a fundar varios monasterios en el entorno del Valle del Silencio, obra que amplió con fundaciones en otras zonas de la península. De vocación orientalista, Recesvinto le retuvo cuando preparaba un viaje a Oriente nombrándole abad-obispo de Dumio y posteriormente llegó a ser arzobispo de Braga, donde construyó su propio mausoleo.
El resultado es la primera iglesia visigoda con forma de cruz griega que, en cuanto al diseño de su planta y a su estructura exterior se trata de una copia casi exacta del Mausoleo de Gala Placidia, aunque de una calidad de construcción muy superior y de algo mayores proporciones. Hay otras semejanzas con ella como que el edificio está totalmente abovedado y también que se trata de un monumento funerario, aunque en este caso, parece ser que, en señal de humildad, San Fructuoso no dispuso su sepultura en el centro de la iglesia, sino en uno de los arcosolios del muro norte de la cabecera.
Sin embargo, al pasar dentro de la iglesia, el ambiente interior con su estructura central en forma de cruz griega, con tres de los brazos de planta en forma de herradura cubiertos por cúpulas mientras el de acceso es de planta rectangular con bóveda de cañón y el cimborrio central está cubierto por cúpula sobre pechinas soportada por arcadas triples inscritas dentro de arcos de mayor tamaño, todos ellos en forma de herradura, es muy distinto a dicho mausoleo pero recuerda mucho al de San Vital de Rávena, situada muy próxima al Mausoleo de Gala Placidia, aunque nuestra iglesia es de proporciones mucho más humildes.
A partir de ese momento, que sería hacia el año 660, se empiezan a construir las iglesias cruciformes. Inicialmente su planta era una cruz griega con cimborrio elevado sobre la intersección de las naves con pórtico y cabecera simétricos; entre ellas destacan Santa Comba de Bande, en el mismo obispado de Braga, y San Pedro de la Mata y Santa María de Melque, ambas en el entorno de la corte toledana, las tres de diseño común, aunque utilizando para su construcción unidades de medida diferentes e incluso, para mayor semejanza con San Fructuoso, en Bande y Melque existe también un arcosolio, aunque en estos casos está en el interior de la nave sur. En Mata que sufrió muchas modificaciones y se encuentra en muy mal estado esto no se ha podido comprobar.
Pero parece ser que en estas iglesias muy pronto se dieron cuenta de que aunque su distribución de los espacios, que también estaría estructurada por canceles y cortinajes, era la adecuada para su liturgia, la forma de cruz griega pura resultaba limitada, por lo que las tres fueron completadas poco después de su construcción con dos espacios añadidos a los lados del primer tramo de la nave central, con un objetivo aún no conocido, que pudieron ser dedicados al culto y quizá para acoger monjes de paso.
Esta necesidad parece que influyó en las siguientes iglesias que se construyeron hasta la invasión árabe y vemos que en las tres que nos han llegado en mejor estado, San Giao de Nazaré, Quintanilla de la Viñas y San Pedro de la Nave, aunque se mantiene la nave de crucero y el cimborrio sobre el cruce con la nave principal, a los lados de ésta, que ha aumentado de longitud pasando la planta de la iglesia una forma de cruz latina, con zonas laterales, separadas de la central por muros, excepto en la zona oeste de Nave, en la que se separan por arquerías.
En estos dos siglos, en paralelo con los cambios analizados en la estructura de las iglesias visigodas, va mejorando sensiblemente la calidad de construcción llegando a ejemplos de magnífica sillería, cobertura de toda la iglesia mediante bóvedas y un gran desarrollo de la escultura, ya que mientras al principio se reutilizaron capiteles, columnas y otros elementos decorativos de antiguos monumentos cristianos, desde finales del siglo VI se desarrolla una escultura diferente basada en la talla a bisel en dos planos, que encontramos en toda la península, con decoración geométrica y vegetal en las que encontramos todo tipo de influencias, desde la celta en soles y espirales, la romana en el corintio degenerado de algunos capiteles hasta las aves y los roleos vegetales de ascendencia sasánida a lo que hay que añadir la iconografía religiosa de las últimas iglesias.
Al principio de este estudio hemos hablado de la capacidad de aprender que demostraron los visigodos desde los primeros años en el sur de Francia en áreas como la militar, la religiosa y el derecho, pero 200 años después vemos esa capacidad también refrendada por el gran avance generado en la arquitectura, que llegó a ser en el siglo VII la más importante y de más calidad de toda la Europa Occidental en un momento de gran eclecticismo en el arte, en el que se iban incorporando, sin normas previas de ningún tipo, a las tradiciones autóctonas, romanas y germánicas iniciales, las diversas corrientes e influencias que iban apareciendo en todo su entorno.
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Muy bueno me encantan vuestros articulos
Muchas gracias.
Muy interesante artículo.
Me motiva para conocer las iglesias y lis sitios arqueológicos. Soy argentina.
¿A qué iglesia corresponde la primera fotografia?
No recuerdo bien, es una iglesia oriental anterior que ya tenía forma de cruz griega.
Muy agradecids por tu apoyo.
Lamento que no hayan registrado el nombre de la iglesia al pie de la fotografía en el momento de seleccionarla como ilustración.
Parece corresponder a la Iglesia Apostólica Armenia del siglo VII Surp Sion de Oshakan, Armenia.
A la izquierda se ven dos jachkar (cruces talladas en piedra) cuyo simbolismo y técnica de esculpido es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
En España, hay varios jachkars contemporáneos.