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VITAE PATRUM

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Notas Previas

  • Referencia: Biblioteca Nacional, Madrid (MSS/10007)
  • 263 folios de pergamino a dos columnas de 27 líneas
  • Dimensiones: 330 x 230 mm.
  • Letras unciales decoradas con motivos vegetales, animales y tres figuras humanas.

Entorno histórico

El entorno de los Montes del Bierzo fue una zona de gran actividad eremítica en la segunda mitad del siglo VII, hasta el punto de que a esa zona, con centro en el Valle del Silencio, se la suele definir como “La Tebaida Berciana”. En ella San Fructuoso creó varios monasterios, como San Pedro y Santa Cruz de Montes, para los que definió una regla monástica. Cuando San Fructuoso pasó a ocupar la sede episcopal de Braga, su discípulo Valerio continuó con su tarea en la misma zona, pero no solo se ocupó de las comunidades que se iban formando en esa zona, sino que también escribió un libro sobre la vida de San Fructuoso y recopiló en un Vitae Patrum las biografías de santos de diversos autores y épocas.

No tenemos noticias de lo que sucedió con estos monasterios en los primeros tiempos de la conquista árabe, pero el Bierzo fue una de las primeras zonas reconquistadas y como el resto del entorno de León fue una zona prioritaria para la repoblación que impulsó Alfonso III, facilitando el asentamiento tanto de gentes provenientes del norte cristiano como de mozárabes que escapaban de las cada vez peores condiciones.

Sabemos que al menos desde finales del siglo IX la vida eremita volvió a tener una importante actividad en el Valle del Silencio momento en que se construyó un monasterio tan importante como Santiago de Peñalba el año 913.

En ese contexto, en uno de los monasterios de la zona, el abad Trasamundo encargó una copia del Vitae Patrum de San Valerio que fue terminada por el copista Armentario el año 902. Esta copia, que es el manuscrito español con fecha de terminación conocida más antiguo,  se ha conservado y actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional.

Descripción

La copia del Vitae Patrum de San Valerio escrita en el entorno eremítico berciano en tiempos de Alfonso III, es posiblemente algo anterior a la Biblia de Titteni, con la que tiene diferencias importantes en su concepción y estructura, ya que el Vitae está escrito en dos columnas por página en lugar de las tres columnas de la Biblia, y mientras que en el primero casi toda la decoración se encuentre en unas preciosas unciales creadas a base de sofisticadas y muy bellas formas de animales y vegetales, en el trabajo de Danila la decoración, además de en las letras capitulares, también muy interesantes, se centra en los frontispicios al comienzo de cada libro y en una gran utilización de la cruz como el elemento más significativo del manuscrito, como también lo era de la monarquía asturiana desde más de un siglo antes.

Sin embargo, encontramos también puntos en común entre ambos manuscritos, que de alguna forma vienen a definir lo que fue la miniatura en el Reino de Asturias a principios del siglo X. El primero, su aniconismo, ya que mientras en toda la Biblia no aparece ninguna figura humana, en la vida de los santos sólo aparecen tres de pequeño tamaño, una de ellas como imagen independiente del texto y las otras dos como parte de una letra uncial, lo que demuestra, como indicamos en el análisis de aquella, que como en la escultura y la pintura de ese periodo, en general en la miniatura asturiana se siguió sin representar la figura humana, ya que en el Concilio de Frankfurt de 794, que presidido por Carlomagno, se mantuvo la prohibición a pesar de que  el concilio de Nicea se habían vuelto a permitir esas imágenes después de varias fases en el siglo VIII y principios del IX de fuerte aniconismo en la iglesia oriental. Sin embargo pocos años después – el Beato Emilianense se estima del entorno del 930 – la miniatura mozárabe desecharía por completo esa prohibición. En este tema sería muy interesante saber si el Beato original, del siglo VIII, tenía ya imágenes o si fueron añadidas en alguna copia posterior al año 900.

Otro punto en común son la unciales de ambos códices, decoradas con ornamentaciones vegetales y zoomorfas, en el caso de Armentario más pequeñas, pero de gran belleza y originalidad en las que compone figuras estilizadas y sinuosas para representar cada letra uncial. Como se puede ver en la galería de imágenes que incluimos en esta ficha, se utilizan figuras humanas, aves en algunos casos afrontadas, mamíferos en posturas que componen la letra deseada,  pilastras visigodas muy decoradas que a veces termina con cabezas de animales,..

En nuestra galería, como ejemplo de la gran cantidad de unciales, todas diferentes y todas de gran originalidad y belleza,  hemos seleccionado una miniatura con la figura de un clérigo, única imagen que no forma parte del texto, dos unciales con figura humana, cuatros con aves, dos con cuadrúpedos y dos con pilastras visigodas.

Parece que Armentario en estas unciales, cuyos colores  tratados en muchos casos como esmaltes de la orfebrería visigoda, pudieron inspirar a Juan y Vimara para su Biblia Sacra de León, recorre un largo itinerario  desde la decoración tardoromanaa y visigoda, con algunos reflejos de la miniatura irlandesa y carolingia y la inevitable influencia del arte musulmán, hacia una nueva miniatura que se desarrollaría posteriormente en los magníficos manuscritos mozárabes.

 

Bibliografía

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